HONESTIDAD: Se refiere a la persona siempre
de manera íntegra y recta, alguien que cumple con sus deberes sin fraudes,
engaños y trampas; ser probo es ser transparente, auténtico y de buena fe. Ser
honesto es una forma de sembrar confianza en uno mismo y con aquellos en que
estamos en contacto. Cuando alguien es honesto, no oculta nada; actúa con base
en la verdad.
RESPONSABILIDAD: Hacer de la mejor
manera lo que corresponde con efectividad, calidad y compromiso, y sin perder
de vista el beneficio colectivo. Implica asumir la consecuencia social de los
actos y responder por las decisiones que tomen los grupos de los que se forma
parte. Es ser diligentes y solidarios con aquellos que nos han sido
encomendados porque precisan de nuestra ayuda. La responsabilidad genera
confianza y tranquilidad; por ende requiere de criterio, prudencia, serenidad y
sensatez.
SOLIDARIDAD: Es la capacidad que permite
reconocer a cada quien su dignidad y valor intrínseco como persona. La
solidaridad parte de la premisa: “mi desarrollo como persona no es posible sin
la presencia, el apoyo, el afecto y la ayuda a los demás”. El pluralismo y la
aceptación (como superación de la tolerancia) son las bases imprescindibles
para que surja la solidaridad sobre la base del respeto.
RESPETO: Es tratar humanamente a las
personas, reconocer que el otro es real y semejante pero a la vez diferente.
Respetar es ponerse en lugar del otro para comprenderlo. El respeto excluye el
maltrato, la discriminación, la agresión, la humillación, la indiferencia y el
desconocimiento de cualquier persona. El respeto además de solidaridad, implica
honrar la vida y la dignidad humana
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